["Hay tanta nieve en mis recuerdos... Siempre la nieve. Tanta que mi mente se
volvería blanca, si no dejase de recordar. Total, aquí debajo, nada es pecado."]
volvería blanca, si no dejase de recordar. Total, aquí debajo, nada es pecado."]
Siempre intentamos aferrarnos a nuestros recuerdos más gratos, los que más felicidad nos han proporcionado y por consecuente siempre hemos intentado escapar de aquellos momentos de agonía, sufrimiento y debilidad.
¿Qué ocurre cuando esos recuerdos no tan gratos vuelven a nosotros?
Por naturaleza intentamos ser fuertes, seguir adelante e incluso llegar a dar la espalda a aquellas cosas o personas que más daño nos hacen.
Aunque nos cueste reconocerlo, no siempre somos nosotros mismos, podemos llegar hasta tal punto de engañarnos y hacernos creer que lo que estamos haciendo es la pura realidad.
No todos somos personas fuertes, no todas son capaces de echarle "cojones" a la vida...
Me resulta gracioso cuando una persona le dice a otra : "Qué fuerte eres", ¿verdaderamente lo es, ó únicamente está intentando mantener una apariencia que no es?
Cuando los recuerdos inundan mi cabeza, cuando los malos momentos vienen a mi mente intento dejar la mente en blanco por un momento, respiro hondo e intento sacar partido de todas aquellas cosas que me han ocurrido, no únicamente buenas sino también las malas.
Intento buscarles un sentido y aprender de ellas ya que soy de las personas que piensan que en la vida ocurren las cosas por algo...
Intento ser lo menos hipócrita posible conmigo ya que si no soy capaz de ser sincera conmigo misma, ¿en quién espero confiar?, es algo imposible.
Con todo esto quiero deciros, que no está mal nadar en los recuerdos, darle paso de nuevo a las cosas ya sucedidas, no con ello quiero decir que pretendamos revivirlas ya que están únicamente en nuestra mente, quizás la otra persona no se acuerde, puede que ni si quiera ya exista, o que sencillamente no quieras saber de su existencia.
Total, bajo nuestros recuerdos, nada se considera pecado.
Un saludo.
